Historia de la Biblioteca

 

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Historia de la Biblioteca de la Asociación Médica Argentina.


 
Presentado en el "Congreso de Historia de la Medicina, 1998.
 
Según Giovanni Levi la microhistoria con la reducción a escala, refiriéndose al estudio de sistemas en pequeña escala, es un procedimiento analítico aplicable en cualquier lugar, con independencia del objeto analizado. Esta observación microscópica quizas nos revele factores no observados anteriormente, sin caer en una mera crónica literaria.
Si esta fue la intención de la ponencia, ante la sugerencia de las doctoras Zarranzs, respecto de la Biblioteca de la AMA, lamentablemente las pocas fuentes disponibles con que rastrearla, hacen dificil analizar los factores de crecimiento de la misma. La particularidad esencial de la Biblioteca de la AMA es la de ser temática y aun dentro del ámbito de la medicina la ampliación de sus colecciones siempre estubo ligado a las especialidades que en esta Casa se exponen y se tansmiten.
La Sociedad Médica Argentina nació en 1891, en un país con una historia independiente de menos de 81 años , cuando la Academia de Medicina aun desarrollaba sus actividades dentro del ámbito de la Facultad de Medicina y ya se habían fundado la Sociedad Científica Argentina en 1972 y el Círculo Médico Argentino en 1875. Seguramente está creación fue producto de las mentalidades de esa generación del ´80, progresista eminentemente liberal, positivista, cuyo credo era la Fe en el progreso palpable, aún en un momento crítico y a poco de la revolución del ´90 pueden abocarse a la creación de éste tipo de instituciones que se han demostrado perdurables.
Dados los fines estrictamente científicos con que fue creada la AMA no podía faltar la iniciativa de proveer de una biblioteca y no podía ser menos en las puertas del siglo XX cuando el avance científico estaría cada vez menos ligado al tantéo y más a la comunicación e información científica. y en tal sentido los fundadores ya previeron su creación. La primera Comisión Directiva incluía en su seno el cargo de Bibliotecario-Archivero para el que fuera designado el Doctor Jaime Costa. Es dificil imaginar como funcionaba ésta primera biblioteca teniendo en cuenta que la primera sede de la Sociedad Médica Argentina fueron el Colegio Nacional de la calle Bolivar y luego pequeños locales prestados hasta instalarse en 1898 en un edificio alquilado en la calle Victoria 1131. Y sin embargo aún hoy contamos con colecciones, por ejemplo La Semana Médica, que se inician en 1894, o la propia Revista de la Sociedad Médica Argentina, que por sus sellos demuestran pertenecer a la colección original pues ostenta el primer nombre que cambió en 1913.
Pero esta demostración de logros pese a la estrechez económico no puede asombrarnos si recordamos que los primeros bibliotecarios de las sucesivas Comisiones Directivas incluyeron personalidades del calibre de los Dres. Marcelino Herrera Vegas, José Ingenieros, nuestro primer Premio Nobel científico el Dr. Bernardo Houssay, Mariano Castex o Juan Carlos Ahumada para nombrar solo alguno de entre ellos. Y ya desde 1914 la Biblioteca cita recibiendo gran cantidad de publicaciones periódicas extranjeras, en especial inglesas, francesas y alemanas, que son financiadas con fondos propios.
La instalación en el mismo edificio que hoy ocupa en 1919 conlleva la inauguración, tambien la biblioteca, ubicada entonces en el primer piso y que verá entonces aceleran la incorporación de fondos bibliográficos ya por compras o por el ingreso de colecciones particulares legadas por sus socios.
Así en 1921 ingresa la colección del fallecido Dr. Pascual Palma y en 1925 la Biblioteca del Dr. Eduardo Fidanza, quien había sido ininterrumpidamente tesorero de la Asociación entre 1894 y 1924, una riquísima colección que incluía muchisimos textos franceses e italianos editados en la primera mitad del siglo XIX y que constituyen los fondos más antiguos e históricamente más valiosos del acervo de la biblioteca.
La cantidad de libros y revistas creció durante esta época en forma tan acelerada que ya a cinco años de instalados en Santa Fe 1171 y durante la presidencia del Doctor Juan Carlos Navarro, en 1924, se se destinó la fuerte suma de $ 23.000 a la ampliación del local de la biblioteca, inaugurándose su depósito en el subsuelo del edificio.
Por otra el reconocimiento alcanzado por los artículos que distribuía la Revista de la Asociación Médica Argentina y las conecciones establecidas con sociedades científicas extranjeras permitieron establecer favorables canjes con publicaciones de primer orden. Así en 1935 revistas como La Presse Medicale y otras revistas francesas de distintas especialidades se recibieron desde entonces por canje, acuerdos que continuaron vigentes durante 50 años y que solo finalizaron cuando los editores científicos cedieron la impresión y distribución a editoriales comerciales a fin de la década pasada. Además La Revista de la Asociación Médica incluyó a mediados de la década del ´30 una sección de comentarios bibliográficos que más alla del servicio de información para el socio logró atraer con notable éxito la donación de libros por parte de editoriales y distribuidores, que se deseaban fuesen criticados en esas páginas. Todo este material que se incorporaba era catalogado con el sistema de fichas tradicional y si bien estaba solo ordenado por autor, se fichaba cada artículo de todo revista o libro recibido, constituyéndose asi los ficheros que aún hoy son consultados, especialmente por historiadores de la medicina.
Pero a partir de 1930 se incorporaron repertorios bibliográficos impresos que llegaban al país con un mínimo de atraso y poseían una clasificación tematica de amplia complejidad y un relativo facil manejo para la recuperación, como fueron el Quaterly y el Index Medicus, que permitian al usuario manejar la cantidad de información que constantemente iva en aumento.
En 1936 comenzó a pensarse en una nueva ampliación de la Biblioteca, que concretó en 1938 el entonces Presidente de AMA Dr. Carlos Mainini, despues de lograr un subsidio del Gobierno Nacional, subsidio que al renovarse varios años permitió también el aumento de las colecciones. Se instaló entonces la sala de lectura en el recién inaugurado tercer piso, donde aun se encuentra, y se construyeron estanterías capaces de albergar 60.000 volúmenes. En ese momento se contaban 14.000 de libros y muchos más de revistas pues en esa época se recibían 384 títulos anualmente. De estas publicaciones periódicas sería interesante destacar que el 29% eran en castellano, el 34% en ingles, el 22% en francés y el resto en otros idiomas. La dificultad para administrar un patrimonio en permanente aumento hizo que en 1939 el estatuto fuese reformado y el cargo de bibliotecario dejase de estar incluído dentro de la Comisión Directiva para ser asignado a personal técnico-administrativo, creándose al mismo tiempo una Comisión Asesora de Biblioteca.
Luego de 1940 y coincidiendo con esos cambios se adoptó una clasificación temática decimal muy compleja para la catalogación del material fichado y con ella se continuó trabajando por 15 años. 
Pero el ingreso de material se incrementó a un ritmo tal que fue siempre la principal problemática de las siguientes Comisiones Directivas respecto de la Biblioteca y solo cuatro años después de la reforma mencionada, en 1944, bajo la presidencia del Dr. Nicolás Romano se instala un gran depósito bibliográfico en el subsuelo y en el segundo piso del edificio. 
A principios de la década del ´50 se interrumpió el subsidio gubernamental, pero ello no significó una interrupción del flujo en la compra de material de lectura.
Desde la Presidencia del Dr. Carlos Ottolenghi en 1958 y hasta 1970 una nueva forma de adquisición de revistas fue encarada, con fondos provenientes del recién creado Consejo Nacional de Investigaciones científicas y Tecnológicas (CONICET), al mismo tiempo que la Asociación colaboraba con ese organismo para la creación de un Catálogo Colectivo de Publicaciones Periódicas que concretado ayudaría a cualquier investigador a acceder a todas las colecciones existentes en el país en cualquier Biblioteca o Institución abierta al público investigador y eventualmente solicitar al CAYCIT una copia del trabajo necesario. Este fue quizas el período de mayor afluencia de publicaciones periódicas, sinó en números absolutos en relación a la cantidad de títulos que se editaban en el mundo y tambien fue la época en que se impusieron ya casi exclusivamente las ediciones anglosajonas. Paralelamente el Dr. Nicolás Romano, Presidente de la institución, habia logrado concretar un acuerdo entre la AMA y la American Medical Association por el cual la primera recibiría gratuitamente la revista JAMA y otras publicaciones estadounidenses. 
Cuando cesó el patrocinio del CONICET se creó una activa "Comisión proayuda de Biblioteca", presidida por el Dr. José Peroncini e integrada por los doctores Juan Piccaluga, León Jaimovich y Mario Pozzo que consiguió mantener el nivel de adquisiciones hasta la crisis de 1973, cuando la situación económica general y el problema de la exportación de divisas lleva prácticamente a la cesación la recepción de publicaciones extranjeras.
En 1977 la colaboración de un laboratorio de productos medicinales y por gestión del Dr. Victor Pérez se aceptó la donación de 77 títulos de primer nivel científico y editorial que junto a las publicaciones recibidas por canje y donaciones mantuvo en 290 en número de revistas recibidas al menos hasta 1982.
Por otra parte y desde 1968 y siendo presidente el Dr. Eduardo Capdehurat la Comisión de Biblioteca presidida por el Dr. Carlos Reussi inauguró un servicio de fotocopiado, por entonces sumamente novedoso y que durante el primer año produjo 25.000 copias, cifra que se ha multiplicado desde entonces. En ese momento y aun cuando hoy nos parece obvio, la fotoduplicación del material comenzó a introducir cambios en las costumbres de los usuarios y bibliotecarios al suplantar lentamente al lector de sala por un cliente de copias, reemplazó gran parte de la importancia del préstamo a domicilio y favoreció ampliamente el poder de consulta de los socios del interio del país. 
Durante la presidencia del Dr. Francisco Romano la Biblioteca colaboró con la creación de la Asociación de Bibliotecas Biomédicas Argentinas, un proyecto nacido cuando llegaban pocos revistas extranjeras al país y teniendo a actualizar el catálogo del CAYCIT, efectivamente la ABBA logró sacar tres ediciones de un catálogo específico de biomedicina; el proyecto tambien aspiraba a instrumentar una red nacional de bibliotecas del área y racionalizar la compra de material en momentos de estrechez, no repitiendo títulos accesibles.
Asimismo se reacondicionó la sala de lectura y se reforzó el piso de la misma que había comenzado a ceder bajo el peso de los libros y se amplió la capacidad de almacenamiento hasta llevarla a 100.000 solamente para el tercer piso. Despues de 1983, cuando asumió la presidencia el Dr.Carlos Reussi, la Asociación volvió a financiar con fondos propios la compra de publicaciones periódicas, creándose un pool de donantes "Los 99 Amigos de la Biblioteca" y se inició un proyecto de ampliación del canje para lograr la recepción de toda revista médica o afin editada en el país y en latinoamérica, bajo una Comisión Asesora presidida por el Dr. Rodolfo Maino.
Entonces el nivel de título recibidos se mantuvo en alrededor de 450-500 revistas de muy diversos origenes editoriales, aun cuando las compras se centraban exclusivamente en publicaciones de EEUU y Europa y el canje era y es válido para las hispanoamericanas. En el momento actual el 43% del material incorporado es en castellano, el 31% de EEUU y el 11% Europeo. En cambio la consulta del usuario involucra un 53% de material en castellano uy ub 41% en ingles, dejando el porcentaje restantes a los otros idiomas.
Por la misma época la degradación del material del depósito trató de evitarse con una profunda desinfección renovada periódicamente. 
Pero si hasta 1985 los ficheros y el Index Medicus o productos similares habían sido las únicas herramientas disponibles para manejar la producción científico-médica y hacían ya complicado dominar lo que se conoció como la explosión de la información, referida incluso como exceso de información, y que afectaba a la comunidad científica mundial desde los años ´50, luego de 1985 la Biblioteca de la AMA, bajo la presidencia del Dr. Reussi se sumó a la "revolución de la información".
Ese año se incorporó un servicio sistema de búsquedas bibliográficas para dialogar telefónicamente vía modem-teléfono con un banco de datos remoto, bases cuyo origen había sido en gran parte la generación de los índices impresos ya mencionados ahora con las computadoras y los satélites, disponibles a distancia. Más tarde ello fue suplantado por la tecnología de las bases de datos almacenadas en CD-Rom, lo que suponía entonces un substancial ahorro de los gastos de comunicación telefónica. 
Poco después se creó la videoteca de AMA.
La informatización permitió además la creación de una Base de Datos AMA, retomando así la clasificación analítica y la indización de todo el material de periódicas publicado en español. Hoy se catalogan 170 revistas hispanoamericanas, entre ellas casi todas las nacionales y la base registra el período 1980-98 y permite solucionar el problema de "como, donde y cuando" escriben nuestros médicos y representa una gran ayuda a los residentes y profesionales que se inician en su actividad, que la consultan especial y usualmente. 
En 1991 y 1994 se publicaron catálogos históricos y actualizados de la hemeroteca de la Biblioteca de la AMA -el único anterior fue el de 1941-, que fueron distribuidos entre los socios, bibliotecas biomédicas e instituciones extranjeras y al mismo tiempo se pusieron al día el inventario topográfico y el catálogo metodológico.
Durante 1997 el Presidente Dr. Luis J. Gonzalez Montaner decidió una compra de libros que cubriera todas las especialidades y mantener ese nivel de actualización también para el libro, no solo para la hemeroteca. Ademas se instrumentaron servicios de recuperación de documentos primarios publicados en cualquier revista del planeta en plazos relativamente breves, y a través de BIREME (OPS) o de la British Library.
Recientemente, cuando asumió el Dr. Elías Hurtado Hoyo la presidencia de la Asociación, hemos incorporado un servicio gratuito de traducción ingles-castellano castellano-ingles destinado a ayudar a nuestros científicos que deseen publicar en el exterior, apoyados por la Fundación René Barón.
Además se ha alquilado un depósito al que se traslado nuestro propio depósito de fondo bibliográfico y que goza de toda la protección posible para mantener el material.
Y por supuesto Internet al que para abril del año próximo los usuarios podrán acceder en la sala de lectura, para consultar cualquiera de esos servicios y tambien los nuestros, como las bases AMA, LILACS, Med-Line u otros materiales con soporte CD-Rom. 
El futuro inmediato plantea el desafío de reacomodar el papel de las bibliotecas y proveedores de información en general ante unos usuarios con sus propias terminales accediendo a Bases de Datos propiamente dichas y a Bases de Datos de textos completos, a libros electrónicos, aun cuando solo potencialmente solo una parte de ellos se sirva de todos los medios potencialmente a su alcance.
Así las bibliotecas deben prepararse para este desafío como proveedoras y ordenadoras de este material para no caer en aquello ya escrito en 1980 "Bibliotecas : dinosaurios en la época de la información electrónica". Porque el rol de formación del usuario, clasificadora de material y distribuidora de información, cualquiera sea el medio que soporte estas funciones es y será necesario siempre.
Bibliografía:
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Guillermo Couto